Previamente: La Donación 2
Ahora la enfermera, de 110 centimetros de senos (talla 36DD), recibe una grata sorpresa en el ascensor. Un sexo anal inesperado.
Otro día mas termina en
la clínica. La enfermera; de cabello negro corto, arrebatadora
sonrisa y pechos generosos; se disponer a terminar su día de
trabajo. Tras realizar un papeleo final en su escritorio se dispone a
volver a su casa. Como no tiene, ni ganas, de hacer el camino por las
escaleras, para bajar a la planta baja, decide usar el ascensor.
Sube en el tercer piso y
comienza a bajar hasta la planta baja. Se detiene en el segundo piso
y entra un hombre. Se para a su izquierda. Ella lo mira un instante,
lo conoce, se llama Alberto. Es un hombre de unos treinta años,
calvo y algo fornido. A la mujer le parece guapo. Mas de una vez, le
pareció, que el le miraba con atención.
El ascensor vuelve a
ponerse en movimiento hacia abajo. Pocos metros después, cuando esta
a la altura del primer piso, Alberto, de repente, pasa un brazo por
delante de ella y oprime el botón para detener el ascensor.
Ella lo mira extrañada
mientras levanta una ceja. El gira la cabeza y le dice:
-¿Crees
que no se de las “ayuditas” que les das a los voluntarios, para
donar?-
-Esas
son cosas que dicen las malas lenguas-
-Mmm...Pues
las malas lenguas dicen, también, que tienes una lengua traviesa-
Ella no pudo evitar sonrojarse. El se dio cuenta.
-Creo
que te atrape-
Acto seguido le paso la
mano por la nuca, y mientras la bajaba por su cuello y espalda le
decía:
-Si
eres tan generosa con otros. ¿Por que no serlo con tu buen,
compañero de trabajo, Alberto?-.
Ella se limito a no
decir nada. Con lo que el se ubico detrás y apoyo las manos en sus
hombros.
-A
que si-.
Mientras bajaba sus manos por los brazos de la mujer.
Hizo que se girara para
ubicar la de frente al espejo del ascensor. Ahora podía ver el
rostro cargado de deseo y “travesura” del hombre.
-¿Veamos
que tenemos aquí?-Pregunto
mientras le desabrochaba la camisa y bajaba el corpiño/sostén. La
enfermera sintió el miembro de el, endureciéndose, contra su
trasero cuando sus senos quedaron a la vista. Dos generosos pechos,
redondos, firmes y de 110 centímetros de talla
-Tienes
lindas tetas. Pero lo que mas te gusta es tu trasero-El
hombre tomo un glúteo de ella con la mano, y comenzó a apretarlo
con suavidad y erotismo. La mujer cerro los ojos por el gusto. Gimió
cuando le tomo ambos y los acaricio a la vez.
-Si.Siii...Mmm me
encanta tocarte. ¿Te gusta?-La enfermera asintió.
Metió las manos debajo
de su pantalón y continuo acariciándole los glúteos. Le dabas
cosquillas con sus dedos tocándole las nalgas. Después le bajo el
pantalón. La excitación, por la expectativa, aumento aun mas cuando
escucho el sonido del cierre del pantalón de Alberto. Giro la cabeza
y pudo ver su pene, firme y erecto al descubierto.
Comenzó a frotarle el
miembro contra las nalgas. La mujer apoyo la frente en el espejo y lo
empaño con su aliento mientras gemía. El pene erecto y firme
pasando entre sus glúteos.
Cerro los ojos cuando el
le bajo la bombacha/bragas. Sabia lo que venia. La empujo contra el
espejo. Sus pechos se aplastaron contra el vidrio. Entre la espada y
el.
Le rodero la cintura con
los brazos y la penetro...Analmente. Primero lo introdujo, muy
lentamente, hasta el glande y lo saco. En la segunda introdujo un
poco mas antes de sacarlo. Recién en la tercera introduzco, casi,
todo su miembro.
A partir de ese punto no
se detuvo. Al principio lentamente, moviendo su cadera de adelante
hacia atrás, y después mas rápidamente. Para el hombre la
sensación era del cálido ano envolviéndole el pene. Para la mujer
eran dos cosas a la vez. Detrás el calor del pene dentro de ella y,
delante, el frió vidrio sobre el que estaba apoyada. Enfriandole el
rostro y endureciendole los pezones.
La
enfermera emitía un gemido con cada penetración. Con cada estocada
de ese miembro duro y firme dentro de su trasero. Escuchaba su
respiración y las cosas que le decía al oído (“Que
lindo culo”,
“No
puedo creerlo”,
“Por
fin eres miá”).
El área del espejo, en torno a su boca, se empañaba con su
respiración.
Ella
solo hablo en tres momentos. La primera para, en modo de broma,
advertirle que “Solo
se... se puede do...donar semen
en...reci...recipientes...mmm...recipientes estériles”.
A lo que el respondió “Estoy
donando...Pero directamente dentro de tu culito”.
La segunda vez, muy a su pesar por que quería que ello durase por
siempre, “Tienes
que apu...apurarte o...o nos descu...o nos descubrirán”.
Por lo cual aumento el ritmo mientras la tomaba de la cintura. Y la
tercera vez:
“Mas
rapido...mas rapido...asi...quiero sentir tu...tu pene dentro
mio...¡Mas fuerte!...No te detengas!...¡Tu culo es mio!...Si. ¡Si!,
¡Siii!...¡Rompele el culo!...¡Soy tu perra!...¡Asi!, Asi!, ¡Asi!,
¡Si!, ¡Si!, ¡Si!, ¡Siii!”.
Fue en ese momento cuando Alberto exploto y juntos gritaron de
placer. Mientras derramaba su semen, cada gota, dentro de su culo.
Cuando
se separaron la enfermera se quedo por un momento con el rostro y el
pecho apoyado sobre el espejo. Dio un paso atrás y contemplo el
vidrio empañado y con gotas de saliva donde había apoyado el
rostro. Sus tetas estaban frías y sus pezones duros. Ambos estaban
algo agitados.
Se
levanto la bombacha/braga y el pantalón y cerro su camisa. A
Alberto, tras subirse el la ropa, decidió regalarle su
corpiño/sostén (“Como
recuerdo por haberla pasado tan bien”).
Aunque al hombre se le había acabado la erección, tras eyacular,
tuvo otra, pequeña, al ver los pezones marcados de ella bajo la
ropa.
Rápidamente
volvieron a poner en marcha el ascensor. Mientras bajaba hasta la
planta baja la mujer tomo a su compañero con fuerza y lo beso. Lo
beso con intensidad y hasta jugueteo con su lengua recorriendo la
boca de el, y tocándole la lengua.
Al
salir a la planta baja volvieron a besarse con la promesa de otro
encuentro, mas intimo.
La
dama se dirigió rápidamente al baño de mujeres. Se contemplo en el
espejo;.por la excitación sexual, el nerviosismo de poder ser
descubiertos, y el estar aprisionada entre un hombre y un espejo;
estaba con el rostro empapado de sudor. Se lavo la cara. No dejaba de
mirarse el rostro mientras lo recorría con sus dedos. Hasta estaba
algo sonrojada.
No
recordaba una sesión de sexo anal tan breve e intensa a la vez.
Se
acomodo un poco mejor la camisa y se aliso el cabello con las manos.
Dedico unos segundos, algo obsesiva, a sacarse cualquier pelusa o
eliminar cualquier arruga de la ropa.
Al
salir del baño, mientras se dirigía a la salida, no pudo evitar
esbozar una gran sonrisa. Y, al salir a la calle, no pudo evitar,
tampoco, comenzar a reír con ganas y alegría.
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